miércoles, 13 de mayo de 2009

El cuerpecito

Detalle del óleo Guanabana de Alex Rivera

En el servicio de urgencias recibimos en una ocasión a una paciente en trabajo de parto, ya en período expulsivo, sólo que el bebé era un óbito (es decir, un bebé sin vida). La paciente después del parto pasó a recuperación y al padre del bebé se le instruyó respecto a los trámites legales que tenía que hacer para poder recibir a su hijo y el acta de defunción. Al día siguiente llegó el señor con toda la documentación en regla y se llamó a la doctora en turno, una persona guapa, bien formada y bajita, para que ella hiciera la entrega del cuerpecito que se encontraba en el anfiteatro del hospital.

Pues bien, este asunto que para la doctora fue muy serio, sin embargo, fue motivo de broma por parte de sus compañeros médicos.

Al día siguiente de la entrega del cuerpo del pequeño a su padre, la doctora se encontró con los mencionados compañeros; éstos inician la broma intercambiando risas entre ellos. Pero esta actitud al principio pasó desapercibida a la doctora hasta que ya fue muy obvia, pues los doctores cuchicheaban malintencionadamente. La doctora decidió abordarlos y preguntarles el motivo de tal actitud. Dispuestos a llevar a cabo la broma, los doctores le contestaron pícaramente y muertos de risa que ya se habían enterado de que ella había “entregado el cuerpecito” al padre del bebé. En ese momento la doctora olvidó lo que había ocurrido el día anterior pero de todas maneras se sintió molesta pues entendía el sentido de ese otro tipo de “entrega”. Por cualquier cosa, ella les aclaró que “no era una mujer de ésas” y que por favor la respetaran. Los compañeros al final tuvieron que disculparse y seguramente a partir de ese día habrán pensado dos veces antes de hacer una broma semejante, por lo menos a la misma doctora.

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